Te pido que te quedes y vuelves en la noche,
cuando ya te has ido.
Vuelves, y reluces cómo una estrella que navega
en mis sueños profundos y que se estrella cuando
me despierto.
A veces pido que te vayas para quedarme tranquilo,
y no cargar en mi espalda el haberte perdido.
Ya ni sé por qué te pienso y menos sé por
qué te escribo.
Sólo sé que a veces vuelve ese recuerdo,
y desliza tu voz sobre mi oído.